miércoles, 3 de junio de 2015

LA DIOSA LUNAR NOCTILUCA




Los rituales religiosos del mundo íbero han sido siempre todo un enigma. Parece que en este pueblo prevalecía el culto de las divinidades femeninas, de carácter telúrico, aunque también rendían culto al sol y la luna.

La diosa Noctiluca o Malac (la que luce en la oscuridad) se considera el numén del motor espiritual del Mediterráneo. En el siglo VIII a.C los fenicios arribaron a las costas ibéricas donde reinaba esta diosa. Para los antiguos navegantes del otro extremo del Mediterráneo, Noctiluca era la diosa de la fecundidad, la vida y la muerte que ellos adoraban como Astarté, en Egipto como Isis y en Grecia como Hécate.



A las costas malagueñas, en ocasiones, sobre todo alrededor de las fechas del Solsticio de Verano, suele llegar un pequeño visitante, que pasaría totalmente inadvertido por los malagueños, de no ser porque son como pequeñas luciérnagas esparcidas en el agua, allí donde la marea mueve el mar pueden verse miles de pequeños destellos provenientes de la pequeña Noctiluca Scintillans, comúnmente conocida como Chispa de mar. Los antiguos fenicios creían que esas partículas centelleantes eran el reflejo de algún artificio de Noctiluca, diosa de la Luna o de la Luz Nocturna, divinidad innominada a la que rendían culto en las noches de luna llena.

Noctiluca representa a la ancestral y primigenia diosa Madre, principio femenino que se añade al eje rector de la Luna como organizador de los ciclos vitales y agrícolas. Su nombre cambia según las lenguas de los pueblos que la veneraban. Sus templos eran las cavernas de las montañas.
Noctiluca era pues, la diosa íbera de la noche, la Luna o de la Luz Nocturna. Quizás la Divinidad Innominada a la que los celtíberos rendían culto en las noches de luna llena, con danzas que se prolongaban hasta el amanecer.

Entre sus devotos la diosa lunar Noctiluca fue representada en forma de betilo en la tierra, y por las distintas fases de la luna en los cielos. El culto a esta divinidad, bajo estos mismos elementos, fue representado también en las monedas fenicias de Malaka, todo lo cual confirmaría a la llamada Cueva del Tesoro ubicada en el término municipal de Rincón de la Victoria (Málaga) como el antiguo Santuario dedicado a esta divinidad. (Fuente1)

En el santuario se puede ver el ídolo prehistórico, una piedra que debido a la erosión tiene la forma de una mujer envuelta en un manto. Las formas prodigiosas de estalactitas y estalagmitas parecen tomar vida como si la naturaleza concediera soplo el soplo de la creación a figuras inertes de la piedra. Eso es lo que vieron los ancestrales adoradores en sus incursiones al interior de una de las salas de la cueva del Tesoro (y que Avieno cita en su obra “Oda Marítima): la diosa revestida con una manto majestuoso apoyada sobre un pedestal bicorne con mucha similitud con el misterio de los astros de la noche que presenciaban en el cielo. La pétrea figura se erigía en diosa para el culto de nuestros antepasados y figura mítica que copa la admiración de quienes hoy nos acercamos a sus inmediaciones. Más abajo, en el paseo marítimo podemos ver también hoy en día una estatua de Noctiluca realizada por el malagueño Jaime Pimentel.

La ancestral divinidad era conocida también como Malac. El nombre de Malaka dado a la ciudad de Málaga por los fenicios, es un homenaje que los primitivos fundadores rendían a la diosa prehistorica. Rufo Fiesto Avieno dice en su “Ora Marítima”: “[…] bajo el dominio de los tartesios existe allí, frente a la ciudad (Mainake o Málaga) una isla, consagrada antes por los habitantes a Noctiluca”.
Existen monedas fenicias del siglo VI-VII a.c. con la figuración de dicha diosa lunar, y de naturaleza matriarcal. La numismática fenicia y el poema de festo Avieno, documentan las primeras relaciones comerciales entre Tartessos y la Malaka de los libiofénicios.
Festo Avieno identificó tres altares consagrados a Noctiluca en la Antigüedad en el sur de la Península Ibérica: uno en la Cueva del Tesoro, otro que se correspondería con la aldea de El Rocío en Huelva y un tercero en Villaricos, en Almería.

Los fenicios llevaban en procesión a la diosa Malac desde el santuario del Higuerón hasta lo que hoy son las playas del El Palo, allí introducían a la diosa en el mar para que bendijera las aguas. Esta tradición de la diosa Noctiluca pudo ser origen de nuestra tradicional bendición de la Virgen del Carmen.